Es quizás cierto que todo se rompe
en este ángulo gris de la conciencia.
Un tratado obtuso que no supo de pantomimas
ni de otras tristes tareas con las cuales
llenar todas las almas.
Hoy es el momento más oportuno
para decirte que es verdad lo que miras,
lo que sientes y rabias en este polvo azul
de mis días sin ti.
Una nota llena de añil solidificada
en tus mejillas, en mi boca,
en tus pechos y en mi torso.
Un todo y nada
que no sabe de rencor ni de espinas,
ni de una tormenta estrellada,
ni de gatos maullando sin celo alguno.
Ah, ya ves…
ahora lo recuerdas todo y yo no.
Qué ironía de Historia.
Fue durante una noche,
(no recuerdo si tus ojos eran lunas,
o simplemente un cariz de las musas)
solo recuerdo que te contemplé sentada;
allá a solas en aquel triste y frío banco
en cuyo metal templado, tu frenética espera
devoraba los mil versos de una canción
que yo jamás supe darte.
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