jueves, 26 de abril de 2012

NUEVA PRIMAVERA

Ya es tiempo de cerrar abrigos
allá en el fondo del almario.
Hora de divagar en el horizonte amigo,
suscitar versos en el calendario.
Tiempo de la palabra escrita
para convertir en poemario,
toda flor que en el campo florecida
sea la luz de un nuevo milagro.
Alma que en primavera, encendida,
(siempre soñadora por la magia sometida)
hace de cada nueva estación el letargo
por el cual toda letra encendida
muere a orillas de su taciturno lago.
Tiempo ya de ajustar cuentas
con ese grado cálido que nos trae la mañana,
el lapizlásuli más poético para engarzar
en este nuevo despertar sonoro.
Hora de oír el trinar de pájaros
y contemplar la luz de la tade.
Ya es tiempo de continuar con leyendo
sobre la línea azul del horizonte
todos esos designios que nos trae la vida.

RUTA NEGRA


He aquí
las consecuencias del hastío abierto
para esas banderas
que asoman bélicas al mundo.

Atroz desconsuelo
Que es solo la punta del iceberg
Y de esta permisible crisis aborrecible.
   
Indómitos rugen ya los tambores,
y con ellos,
la inexorable incertidumbre de los vivos.
Sobre vuela el miedo,
y sus garras,
-atiborrada su panza de terror metálico-
ya campea a sus anchas sobre los débiles.

Navegando a través de ése mar
que jamás se cansa de la misma historia.

La “Ruta negra”
ya está marcada a lápiz.
Trazada macabramente en su destino.

Ya es cuestión solo
de que estalle el polvorín asesino
y convertir los pueblos nuevamente
en cenizas y polvo.

¡Oh imbéciles
refutaréis la predicción de Einstein!:
Llegar a que las próximas proclamas
y las banderas que asomen de nuevo bélicas
sean ya de palos y piedras.

CAMINANDO SOBRE MIS PASOS

Confieso que todavía sigo caminando
a través del verde sendero aquél.
Que subo a pies juntillas por las cuestas:
impertérrito y a veces audaz;
otras en silencio y esquivo como un beso.

A solas o acompañado.
Pero siempre caminando
sobre mis propios pasos que no más me llevan,
más allá donde el cristal es una metáfora sutil,
o una tibia sombra que nunca perece en el halo
por el cual cantar cada mañana.
Confieso
que aún voy a tientas por los libros de los besos
que cantara el cantautor y sin embargo
sigo cerca del amor.

Luego fue que anduve todo los caminos
que de nada me servían para llegar hasta la luna,
o al menos para trepar por los árboles que fuí hallando.
Camino para mirar atrás y recordar el pasado,
otras para mirar al frente y sentirme un afortunado.
Camino con todos los pasos dados,
buscando puerta abierta donde adentrar mi verso
o el ala de aquella ángel perdida.

Camino para comprender la vida
para aborrecerla estulticia, para soñar...
Camino para triunfar victorioso sobre la soberbia
y la huelga que me deja la lejanía de aquellos veranos.
Sí. Camino sobre mis pasos prójimos.
Buscando la sencilla razón de ser
en este perfil que el mundo me asoma en estos días.

Camino despacio y contemplando cada rincón,
cada metáfora perdida en un callejón o en una plazuela.
Solo con el propósito de oír de nuevo aquella vieja canción
y recordar con ella todas las hogueras que salté en San Juan
cuando Alameda era una farándula con sirenas y un Corto Maltés
que nada sabía de poesía pero sí de crápulas empedernidos.

Hoy sigo caminando sin nada más que con esta pausa
para advertir los colores que quizas un día pude tener y no.
Para esperar lo prohíbido y la dulzura como caramelo en los labios.

Hoy sigo caminando sobre los tejados,
tiñiendo la amargura con los ramos de rosas que nadie me ofreció
y sí.

Camino y camino en el surrealismo del verso
y quizá sea algo absurdo en estos días el que deje de parar
para correjir las erratas que en ellos, mis pasos,
a veces tropiezan torpementes.